domingo, 11 de enero de 2009

De los coches

Cuando uno recibe [o adquiere] un coche después de haber andado un buen rato en transporte público, lo agradece infinitamente. No más ir parado, no más llegar tarde porque no pasa el camión o porque hace parada en la base, no más caminar desde Pabellón Altavista hasta la Facultad. Nada puede ser más bonito hasta que....

Uno que tiene coche y que puede ir sentado toooodo el camino resulta que el camino ya no dura media hora, dura dos horas y media por el tráfico, que uno que camino a la escuela pensaba "Ah que cómoda voy" se está cagando después de hora y media sentada en la misma posición en el asiento acojinado negro porque las piernas ya duelen por no poder moverse y por meter y sacar el clutch [Es en esos momentos en los que envidio a los que manejan automático].

También resulta que cuando uno tiene suerte y puede usar vías rápidas y hace sólo veinte minutos en coche al Servicio social, y uno piensa que las cosas no pueden ir mejor, uno espera una hora y media para poder estacionarse y por eso uno termina tomando la decisión de ir en Metrobús y hacer una hora de camino porque a final de cuentas es más rápido [una hora vs una hora cincuenta en coche tomando en cuenta la estacionada].

Nada bonito, ninguna de las dos opciones es buena. Odio tanto el transporte público como el transporte privado.

3 comentarios:

La Bota y la Falda dijo...

3 Yeahs por los peatones.

M*

Mario Vela dijo...

pues caminele, pero siendo esta hermosa ciudad, podrian asaltarnos.

ahhh, ni para donde tirarle.

saludos!

Anónimo dijo...

De acuerdo totalmente, aunque no es culpa del medio de transporte, es la maldita ciudad.