viernes, 13 de marzo de 2009

O de cómo los medios nos vuelven contradictorios, blandengues, anoréxicos, satánicos, racistas, sectarios y nos provocan ataques epilépticos y tiña

- ¿Y te sentías solo?
- Me faltabas tú.
- Pero ¿solo respecto al resto del mundo?
- No. ¿Por qué? Tenía siempre algo que hacer con otra gente: he cogido fruta, he podado, he estudiado filosofía con el abate, me he peleado con los piratas. ¿No les ocurre lo mismo a todos?
- Sólo tú eres así, por eso te amo.
(de El barón rampante)



Es que en las películas, en las canciones, en los libros, se ama al otro por ser especial. Ahí siempre el amado es un otro único, sólo él, sólo ella es así. Pero aquí, en la vida, somos iguales, predecibles, repetidos por unos y repetidores de los demás, todos, prueba de que las películas, las canciones, los libros no son como la vida.

Pero empiezo a pensar que quizá sólo amamos para que otro, educado y embaucado, como todos, por las películas, las canciones, los libros, nos crea únicos, para que otro nos convenza de que sólo nosotros somos así.

Yo por eso no amo. Por eso no me aman. Yo me creo, me sé como todos. No necesito del amor para que me convenza de mi unicidad. Sólo yo soy así. Sólo yo soy como los que se creen, se saben como todos. Por eso me amo, me aman.

¿O cómo era todo?

2 comentarios:

Octopus Queque dijo...

Yo creo que hay una necesidad de no-soledad. Lo cual, es patológico. yo no amo, porque verdaderamente no lo siento. Oza, amor en el sentido de pareja y moriría por ti. Me ha dolido la nula reciprocidad, sí, pero qué se le va a hacer.

El sacrificio.

isis dijo...

¿Cómo era todo?