El té de limón me gusta mucho, me recuerda una de las pocas cosas de la infancia que guardo:
Cuando iba a las excursiones llevaba una botella con té congelado. Y sabía rico. Y era la envidia de los compañeros, porque hacía mucho calor, y ninguno se explicaba cómo era que había metido el hielo a la botella. Yo, hasta la fecha, no me explico cómo eran tan imbéciles como para no darse cuenta de que metí la botella entera al congelador.
sábado, 11 de abril de 2009
Infancia reprimida
Publicado por Anónimo en sábado, abril 11, 2009
Etiquetas: basado en hechos reales
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1 comentarios:
Jajajajaja me encanta, ojalá les hayas mentido diciéndoles que metiste hielo seco jajajajaja (L).
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