sábado, 3 de enero de 2009

nunca te golpearía con una cubeta en la cabeza, no sé en qué estás pensando


I

cuando niño pasábamos navidad y año nuevo y cuanta celebración provee dios en casa de la familia de ecatepec

era lindo porque era niño, ya no

ver mi pobre angelito al día siguiente era más o menos de rigor, las peripecias de macaulay culkin (o como se escriba) provocaban los más variados comentarios de mi familia (media familia, descubriría después): risa simple, niño ingenioso

mi madre, en ausencia de un modelo maculino que seguir y de un mejor modelo materno, aprovechaba para hacer notar que ese niño era muy abusado y se las ingeniaba, básicamente, en un nivel en el que la vida real convive con las películas de sábado en la tarde, yo era un retrasado

oh sí


II

una de mis actividades favoritas cuando se acercaba la navidad era poner el árbol, ya no. quedaba un árbol soberbio. no soportaba ver un foco de la extensión fundido. tras interesarme un poco, noté que la caja traía repuestos. mi vida o una fracción significativa de ella se quedó en un sábado, mientras intentaba reemplazar ése foco fundido (lo recuerdo bien, era azul) por uno nuevo. yo tenía, no sé, 9 años. nadie debería permitir que un niño de 9 años cambie focos, peo en mi casa macaulay culkin (o como se escriba) era un role model. hice mil intentos y nada pasaba. yo sabía bien lo que era la piratería aplicada a mis figuras de acción de las tortugas ninja o g.i. joe, es decir, podía reconocer un donatello original de uno chafa, sin embargo, no veía malicia en una extensión de focos navideños. hice un último intento y por fin vi un cambio. se fundieron 22 focos a los lados del foco fundido primigenio. sudé frío. ya no recuerdo lo que es sudar frío en una situación doméstica. aquí tenemos estándares muy permisivos. hice lo que pude, al final, tras muchos dientes tiritantes y manos veloces, logré dejar el saldo en sólo 6 focos fundidos. me sentí alegre


III

ya no pongo el árbol ni ninguna decoración de navidad, ya no le regalo nada a nadie o casi nadie y tengo, no uno, sino tres blogs. puta vida

macaulay culkin, te odio

3 comentarios:

Octopus Queque dijo...

Cuando era pequeña, mi mamá siempre me comparaba con amigas de la escuela. Gracias a dios mi mamá no creía en las comparaciones con personajes televisivos, jamás podría odiar a la tele y a sus allegados (sólo a Jennifer Aniston [o como se escriba], pero es que ella en serio me molesta, en serio que sí). Pero bueno, me comparaba con estas amigas.
De pequeña me causaba problemas y pudo llegar a trauma, de no ser que cuando pasamos a la secundaria (eramos muy pocos en la primaria y todos nos fuimos a la misma secundaria), yo ya era la niña de los dieces, la buena conducta y todos ellos no, dejando en duda la ética de mi primaria (donde para tener un diploma, había que ir a gritarle a la directora). Era yo tan inteligente, snif. La vida era deliciosa en ese entonces, porque podía dar bofetada de guante blanco a estas niñas que se creían mucho. Resultado: no tengo trauma, pero si algo me da pie a ser soberbia, no hay quien me detenga. Pero eso se soluciona con un cilicio, que ya los venden en internet.

Dios bendiga a internet.

Guillermo N. A. dijo...

Bueno... en cierta medida debo estar agradecido de haberme librado de Mi Pobre Angelito... para entonces, ya en casa las celebraciones Navideñas habían decaído lo soportablemente suficiente... en todo caso, a mí me tocó "Cuento de Navidad" en variadas versiones... no me quejo...
Lo que en cambio aumentaba año con año era el tamaño del pino fuera de la casa que "La Abuela" nos "conminaba" a iluminar... Rayos... la última vez le habremos llegado a colgar unas 10 o 12 series de las de 100 focos... Eso sí... era la envidia de la calle... Luego, como siempre pasa, todo eso terminó... Y la verdad no lo extraño...
Por alguna razón que prefiero no explorar, la mayor parte de mis recuerdos de infancia (y todos los demás) están bloqueados... casi estoy seguro que es mejor así...
Debe ser la TV la culpable de que no pueda ver las cosas más allá de negro o blanco... y por consiguiente sea un inadaptado...

Siempre y cuando Dios no exista...

Saludos...

Mario Vela dijo...

creo que con el tiempo se va perdiendo el interes con esas fechas, yo lo perdi desde pequeño, cuando tenia 6 años y vi en la mesa el tiket de los regalos navideños como entendera todo se fue al carajo.

es de ley que de niños nos comparen con otras personas.

saludos!!